domingo, 7 de febrero de 2016

EL LAVATORIO DE PIES


UNA TAREA PARA  DESARROLLAR HUMILDAD
REVDO. JOSE RAMON  MENDOZA

3 Jesús sabía que el Padre había dejado todo en sus manos, y que había venido de Dios y regresaba a Él, 4 se levantó de la mesa, y poniendo a un lado su manto, tomó una toalla y se la ciñó. 5 Luego, puso agua en una vasija, y empezó a lavarle los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido. 6 Vino donde Simón Pedro y éste le dijo: "¿Señor, tú me lavarás los pies?" 7 Jesús le respondió: "Lo que hago ahora tú no lo entiendes, pero lo comprenderás más tarde." 8 Pedro le dijo: "¡Nunca me vas lavarás los pies!" Jesús le contestó: "Si no te los lavo, no tendrás parte conmigo". 9 Y Simón Pedro le dijo: "Señor, entonces no solamente lávame los pies, sino también las manos y la cabeza". 10 Jesús le respondió: "Quien se ha aseado, solamente necesita lavarse los pies, porque está completamente limpio; pero no todos ustedes lo están".
San Juan 13.3-10

INTRODUCCIÓN
El lavamiento de los pies del huésped era un acto común de servicio y de hospitalidad (Gén. 18:4; 19:2; 43:24; Jueces 19:21; Luc. 7:44-46), porque la gente acostumbraba viajar a pie llevando solamente sandalias. Comúnmente era el trabajo de los siervos (véase 1 Sam. 25:41).
          Jesús no inventó el acto de lavar los pies de otros; la práctica ya existía. Se practicaba diariamente como acto de cortesía y de hospitalidad en países orientales. Era, pues, un acto completamente normal y natural entre ellos (como el besar para saludar y el uso del velo en la mujer para indicar la sumisión). Pero los países occidentales no practican el lavamiento de pies como acto de hospitalidad, y si se ofreciera este servicio al huésped, éste se sentiría incómodo y avergonzado.



        I.            PLENO CONOCIMIENTO.  VER 3
“Jesús sabía que el Padre había dejado todo en sus manos, y que había venido de Dios y regresaba a Él,”
1.      De acuerdo al tiempo de verbo “Sabía” (Pasado), nos señala el conocimiento de Jesús sobre la realidad profética que estaba viviendo. ¿sabes qué momento profético estás viviendo ahora?
2.      Por el Espíritu, Cristo esta consiente que la “Ultima Cena” es el desencadenante de su crucifixión, pero también puede observar su resurrección y glorificación. 
3.      El lavamiento de Pies es un acto de fe que conecta a Cristo con su crucifixión. La actitud asumida por Jesús al iniciar este acto le concede “todas las cosas” profetizadas por el padre para él. Así como Abraham “Creyó” y le fue contada por justicia, así también Cristo está recibiendo la bendición adelantada por asumir con gozo los sufrimientos venideros. El creyente  que asume la actitud correcta adelantara por fe la bendición de los sufrimientos venideros y acorta el proceso que pueda estar viviendo al internalizar las lecciones que Dios quiere que el aprenda. ¿Cómo es tu actitud en medio de la prueba? ¿?
4.      El verbo “había” está en  TIEMPO AORISTO, que es indicativo, es decir que la acción  es de gran importancia. El Padre le da "todas las cosas" a Jesús antes de la crucifixión. ¡No le fueron dadas solamente por su obediencia, sino por lo que Él era! ¡El sabía quién era y lavó los pies de aquéllos que discutían quién era el mayor entre ellos!
5.      La expresión “y que había venido de Dios y regresaba a Él” nos señala dos verbos: uno en pasado que nos indica su origen y el segundo en presente relacionado con su destino. Esta dualidad debe ser manejada por el creyente ¿De dónde vengo? Y ¿A dónde voy? Ambas respuesta en el caso de Cristo es: “Dios”, pero en nuestro caso será: “El mundo” es el lugar de donde vengo y “Dios”  (Cielo) es a quien voy. Si tu conoces tu destino profético entonces actos como el lavamiento de pies no te resta sino te suma habilidades y valores (humildad) que aseguran tu bendición.

      II.            DESPOJÁNDOSE DE LOS MANTOS
1.        "Puso a un lado sus mantos…"El PLURAL se refiere a la ropa que cubre la vestimenta de Jesús (19:23; Hechos 8:16). Es interesante que este mismo verbo se usa en Hechos 8:16, 15,17,18 para indicar que Jesús ha entregado su vida (v. 37), lo cual puede ser otro doble sentido de Juan. Todo indica que el lavamiento de los pies será más que una lección de objetiva humildad (v. 6-10).
2.        13:5 "…lavó los pies de los discípulos" La palabra griega indica "lavar solamente una parte del cuerpo". El término del v. 10 era usado para un aseo completo. El lavamiento de los pies era tarea del esclavo. Aún los rabinos no esperaban esto de sus discípulos. Jesús conociendo su deidad, estuvo dispuesto a lavar los pies de estos celosos y ambiciosos discípulos. La acción de Cristo (lavar los pies) se enmarca en un ejemplo que debían seguir los discípulos en forma de acción y más aún como un simbolismo de conquista a través del sacrificio, de tomar posesión de lo prometido.
3.        13:6 La pregunta de Pedro es una forma retórica para rechazar el gesto de Jesús. Muchas veces Pedro creía que él sabía lo que debiera o no debiera hacer. (Mateo 16:22). Así también  los Creyentes de hoy se sienten incomodos y rechazan que les laven los pies.
"Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo"; es decir, si no aceptaba a Jesús como un siervo humilde, no podría ser un verdadero discípulo de El (no tendría comunión con El). La actitud de humildad llevó a Jesús a una muerte vergonzosa (Fil. 2:8).
4.        13:7 Los Apóstoles que vivieron con Jesús, no siempre entendieron sus acciones y enseñanzas (2:22; 10:6; 12:16; 16:18).
5.        Despojarse implica momentáneamente dejar a un lado los méritos, distinciones y atuendos para asumir la actitud de siervo.



    III.            "¿Sabéis lo qué os he hecho?"
1.                  Los discípulos eran doce hombres amados de Dios, preciosos a Sus ojos, llenos de amor por Su Hijo, de corazón puro, en completa comunión con Jesús.

¡Pero ellos tenían suciedad en sus pies! Jesús, en esencia, estaba diciendo a estos hombres, "Sus corazones y manos están limpias, pero sus pies no lo están. Ellos han obtenido suciedad en su diario caminar conmigo. No necesitan lavar el cuerpo entero, solamente los pies."
La suciedad mencionada aquí por Jesús no tienen nada que ver con la suciedad natural. Se trata completamente acerca del pecado - nuestras fallas y fracasos, nuestro dar a las tentaciones. ¡Y no importa cuan polvorientos y sucios eran los caminos en la antigua Jerusalén, no ha habido edad más sucia como la nuestra!

Me pregunto cuántas personas que ahora mismo leen este mensaje tienen alguna suciedad pegada en ellos. Quizás esta semana pasada cayó en una tentación o fracaso a Dios en alguna forma. No es que le ha dado la espalda al Señor. Al contrario amas más al Salvador con más pasión que antes.

¡Pero cayó, y ahora está afligido, porque sus pies están sucios!

La Escritura nos dice:

"Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado"(Gálatas 6:1).

La palabra Griega para falta significa aquí "caída, pecado, transgresión." Nosotros estamos para restaurar a cada Cristiano que cae en pecado, si es que hay un corazón arrepentido.

Y el lavamiento de pies, en su más profundo significado espiritual, tiene que ver con nuestra actitud acerca de la suciedad que nosotros vemos en nuestro hermano o hermana. Entonces, les pregunto: ¿Qué hacen cuando están cara a cara con alguien que ha caído en pecado o transgresión?

2.        Lo que hagas con la suciedad de su hermano o hermana tiene que ver Con el ministerio que Jesús describe como "tomar la toalla." Está totalmente relacionado con lo que sirve a otros en el amor y con el sometimiento a otros en el temor de Dios.

¡Déjenme decirlo claramente: Los cristianos pueden ser muy crueles! De hecho, los creyentes frecuentemente son más viciosos y destructivos que los malvados en las calles. Y Jesús sabía eso. Él sabía cómo nosotros reaccionamos al ver la suciedad sobre otra persona - cómo nos ponemos en actitud de más santidad que otros, juzgando, criticando e infamando. De hecho, los Cristianos carnales se deleitan en ver la suciedad de otros.

¡Pero el divulgar la suciedad de su hermano es el pecado más sucio de todos!
La Escritura claramente afirma que cuando un hermano o hermana ha sido tomado(a) en pecado, nosotros debemos restaurar a esa persona - servirle en amor, sometiéndonos a esa persona en el temor de Dios. No obstante, queda la pregunta, ¿cómo hacemos eso?

3.        Nosotros estamos para tomar la toalla del perdón de Dios e ir al que está lastimado. En el amor especial de Jesús, tenemos que someter todas nuestras inclinaciones humanas de ignorarlo, juzgarlo, exponerlo, sermonearlo y de encontrar fallas en él - y en vez, debemos de comprometernos a ser su amigo. Estamos para ayudar a lavar sus pecados en compartir la corrección, sanidad, lavamiento, de la Palabra consoladora de Dios.

Esto no es pasar por alto o contemplar el pecado. Ni llamar lo malo bueno. Nosotros estamos hablando de santos caídos quienes tienen corazones arrepentidos que aún están sin esperanza. Ellos saben que han ofendido al Señor - y viven con temor, culpabilidad, y rechazo.

4.        Es algo enteramente diferente con esos quienes han sido advertidos dos o tres veces y que aún persisten en su pecado. La Biblia dice que debemos severamente reprender a tales creyentes en público a modo de que otros teman a Dios. Frecuentemente ellos deben de ponerse fuera de comunión por una temporada, hasta que demuestren tristeza santa.
Pero esos quienes reconocen su pecado - quienes lo confiesan y lo abandonan - están en necesidad de alguien que les traiga la toalla de perdón, para traerles limpieza y sanidad.

CONCLUSIONES
Cristo hizo varias cosas ahí:
en primer lugar, dice el texto bíblico, en el versículo 4: "se levantó de la cena, se quitó su manto “, el Señor se quitó el manto. No podemos acudir a restaurar a nuestro hermano desde la grandeza de nuestra posición, sino desde la condición de un esclavo. Debemos buscar, ayudar, alentar, restaurar a nuestros hermanos, amándolos y sirviéndolos.
En segundo lugar el versículo 5 dice: "Luego puso agua en una vasija“  Cristo tomó la porción de agua necesaria para lavar los pies. El agua es símbolo, figura de la Palabra. Cuando vayamos a restaurar a un hermano, colguemos nuestros conceptos en la percha de nuestra casa, y llevemos al hermano sólo y exclusivamente la Palabra de Dios, pero con amor. Llevémosle sólo la Palabra para que ella realice el efecto de limpieza espiritual. Después, Jesús se ciñó una toalla, dispuesto a servir. Y cuando aplicó el agua los enjugó y con la toalla acarició aquellos pies. Cuando vamos a restaurar a un hermano que ha cometido una falta debemos tener cuidado, porque si le tiramos encima un balde de agua bíblico y lo dejamos así, ese hermano se va a enfriar. Tal vez conocemos a algunos que no han vuelto más a la Iglesia, porque han sido golpeados y no disciplinados por el pueblo de Dios. Jesús dice, ve y acaricia esos pies.

Por último y en tercer lugar, Jesús enseñó algo muy grande para poder restaurar a un hermano. Jesús lavó los pies de los discípulos arrodillado. No se puede lavar los pies cuando uno está de pie. Jesús se puso de rodillas. Cuando vayamos a hacer un ministerio de restauración, tenemos que ponernos de rodillas. Y antes de hablar a ese hermano de Cristo, hablemos mucho más tiempo a Cristo de ese hermano.

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