UNA TAREA PARA DESARROLLAR HUMILDAD
REVDO. JOSE
RAMON MENDOZA
3 Jesús
sabía que el Padre había dejado todo en sus manos, y que había venido de Dios y
regresaba a Él, 4 se levantó de la mesa, y poniendo a un lado su manto, tomó una
toalla y se la ciñó. 5 Luego, puso agua en una vasija, y empezó a lavarle los
pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido. 6 Vino
donde Simón Pedro y éste le dijo: "¿Señor, tú me lavarás los pies?"
7 Jesús le respondió: "Lo que hago ahora tú no lo entiendes, pero lo
comprenderás más tarde." 8 Pedro le dijo: "¡Nunca me vas lavarás los
pies!" Jesús le contestó: "Si no te los lavo, no tendrás parte
conmigo". 9 Y Simón Pedro le dijo: "Señor, entonces no solamente
lávame los pies, sino también las manos y la cabeza". 10 Jesús le
respondió: "Quien se ha aseado, solamente necesita lavarse los pies,
porque está completamente limpio; pero no todos ustedes lo están".
San Juan
13.3-10
INTRODUCCIÓN
El lavamiento de los pies del
huésped era un acto común de servicio y de hospitalidad (Gén. 18:4; 19:2;
43:24; Jueces 19:21; Luc. 7:44-46), porque la gente acostumbraba viajar a pie
llevando solamente sandalias. Comúnmente era el trabajo de los siervos (véase 1
Sam. 25:41).
Jesús no inventó el acto de lavar los
pies de otros; la práctica ya existía. Se practicaba diariamente como acto de
cortesía y de hospitalidad en países orientales. Era, pues, un acto
completamente normal y natural entre ellos (como el besar para saludar y el uso
del velo en la mujer para indicar la sumisión). Pero los países occidentales no
practican el lavamiento de pies como acto de hospitalidad, y si se ofreciera
este servicio al huésped, éste se sentiría incómodo y avergonzado.
I.
PLENO CONOCIMIENTO.
VER 3
“Jesús
sabía que el Padre había dejado todo en sus manos, y que había venido de Dios y
regresaba a Él,”
1. De acuerdo
al tiempo de verbo “Sabía” (Pasado), nos señala el conocimiento de Jesús sobre
la realidad profética que estaba viviendo. ¿sabes qué momento profético estás
viviendo ahora?
2. Por el
Espíritu, Cristo esta consiente que la “Ultima Cena” es el desencadenante de su
crucifixión, pero también puede observar su resurrección y glorificación.
3. El
lavamiento de Pies es un acto de fe que conecta a Cristo con su crucifixión. La
actitud asumida por Jesús al iniciar este acto le concede “todas las cosas”
profetizadas por el padre para él. Así como Abraham “Creyó” y le fue contada
por justicia, así también Cristo está recibiendo la bendición adelantada por
asumir con gozo los sufrimientos venideros. El creyente que asume la actitud correcta adelantara por
fe la bendición de los sufrimientos venideros y acorta el proceso que pueda
estar viviendo al internalizar las lecciones que Dios quiere que el aprenda.
¿Cómo es tu actitud en medio de la prueba? ¿?
4. El verbo
“había” está en TIEMPO AORISTO, que es
indicativo, es decir que la acción es de
gran importancia. El Padre le da "todas las cosas" a Jesús antes de
la crucifixión. ¡No le fueron dadas solamente por su obediencia, sino por lo
que Él era! ¡El sabía quién era y lavó los pies de aquéllos que discutían quién
era el mayor entre ellos!
5. La
expresión “y que había venido de Dios y regresaba a Él” nos señala dos verbos:
uno en pasado que nos indica su origen y el segundo en presente relacionado con
su destino. Esta dualidad debe ser manejada por el creyente ¿De dónde vengo? Y
¿A dónde voy? Ambas respuesta en el caso de Cristo es: “Dios”, pero en nuestro
caso será: “El mundo” es el lugar de donde vengo y “Dios” (Cielo) es a quien voy. Si tu conoces tu
destino profético entonces actos como el lavamiento de pies no te resta sino te
suma habilidades y valores (humildad) que aseguran tu bendición.
II.
DESPOJÁNDOSE DE LOS MANTOS
1.
"Puso a un lado sus mantos…"El PLURAL se
refiere a la ropa que cubre la vestimenta de Jesús (19:23; Hechos 8:16). Es
interesante que este mismo verbo se usa en Hechos 8:16, 15,17,18 para indicar
que Jesús ha entregado su vida (v. 37), lo cual puede ser otro doble sentido de
Juan. Todo indica que el lavamiento de los pies será más que una lección de
objetiva humildad (v. 6-10).
2.
13:5 "…lavó los pies de los discípulos" La
palabra griega indica "lavar solamente una parte del cuerpo". El
término del v. 10 era usado para un aseo completo. El lavamiento de los pies
era tarea del esclavo. Aún los rabinos no esperaban esto de sus discípulos.
Jesús conociendo su deidad, estuvo dispuesto a lavar los pies de estos celosos
y ambiciosos discípulos. La acción de Cristo (lavar los pies) se enmarca en un
ejemplo que debían seguir los discípulos en forma de acción y más aún como un
simbolismo de conquista a través del sacrificio, de tomar posesión de lo
prometido.
3.
13:6 La pregunta de Pedro es una forma retórica para
rechazar el gesto de Jesús. Muchas veces Pedro creía que él sabía lo que
debiera o no debiera hacer. (Mateo 16:22). Así también los Creyentes de hoy se sienten incomodos y
rechazan que les laven los pies.
"Pedro
le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no
tendrás parte conmigo"; es decir, si no aceptaba a Jesús como un siervo
humilde, no podría ser un verdadero discípulo de El (no tendría comunión con
El). La actitud de humildad llevó a Jesús a una muerte vergonzosa (Fil. 2:8).
4.
13:7 Los Apóstoles que vivieron con Jesús, no siempre
entendieron sus acciones y enseñanzas (2:22; 10:6; 12:16; 16:18).
5.
Despojarse implica momentáneamente dejar a un lado los
méritos, distinciones y atuendos para asumir la actitud de siervo.
III.
"¿Sabéis lo qué os he hecho?"
1.
Los discípulos eran doce hombres amados de Dios,
preciosos a Sus ojos, llenos de amor por Su Hijo, de corazón puro, en completa
comunión con Jesús.
¡Pero ellos
tenían suciedad en sus pies! Jesús, en esencia, estaba diciendo a estos
hombres, "Sus corazones y manos están limpias, pero sus pies no lo están.
Ellos han obtenido suciedad en su diario caminar conmigo. No necesitan lavar el
cuerpo entero, solamente los pies."
La suciedad
mencionada aquí por Jesús no tienen nada que ver con la suciedad natural. Se
trata completamente acerca del pecado - nuestras fallas y fracasos, nuestro dar
a las tentaciones. ¡Y no importa cuan polvorientos y sucios eran los caminos en
la antigua Jerusalén, no ha habido edad más sucia como la nuestra!
Me pregunto
cuántas personas que ahora mismo leen este mensaje tienen alguna suciedad
pegada en ellos. Quizás esta semana pasada cayó en una tentación o fracaso a
Dios en alguna forma. No es que le ha dado la espalda al Señor. Al contrario
amas más al Salvador con más pasión que antes.
¡Pero cayó,
y ahora está afligido, porque sus pies están sucios!
La
Escritura nos dice:
"Hermanos,
si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que
tu también seas tentado"(Gálatas 6:1).
La palabra
Griega para falta significa aquí "caída, pecado, transgresión."
Nosotros estamos para restaurar a cada Cristiano que cae en pecado, si es que
hay un corazón arrepentido.
Y el
lavamiento de pies, en su más profundo significado espiritual, tiene que ver
con nuestra actitud acerca de la suciedad que nosotros vemos en nuestro hermano
o hermana. Entonces, les pregunto: ¿Qué hacen cuando están cara a cara con
alguien que ha caído en pecado o transgresión?
2.
Lo que hagas con la suciedad de su hermano o hermana
tiene que ver Con el ministerio que Jesús describe como "tomar la
toalla." Está totalmente relacionado con lo que sirve a otros en el amor y
con el sometimiento a otros en el temor de Dios.
¡Déjenme
decirlo claramente: Los cristianos pueden ser muy crueles! De hecho, los
creyentes frecuentemente son más viciosos y destructivos que los malvados en
las calles. Y Jesús sabía eso. Él sabía cómo nosotros reaccionamos al ver la
suciedad sobre otra persona - cómo nos ponemos en actitud de más santidad que
otros, juzgando, criticando e infamando. De hecho, los Cristianos carnales se
deleitan en ver la suciedad de otros.
¡Pero el
divulgar la suciedad de su hermano es el pecado más sucio de todos!
La
Escritura claramente afirma que cuando un hermano o hermana ha sido tomado(a)
en pecado, nosotros debemos restaurar a esa persona - servirle en amor,
sometiéndonos a esa persona en el temor de Dios. No obstante, queda la
pregunta, ¿cómo hacemos eso?
3.
Nosotros estamos para tomar la toalla del perdón de
Dios e ir al que está lastimado. En el amor especial de Jesús, tenemos que
someter todas nuestras inclinaciones humanas de ignorarlo, juzgarlo, exponerlo,
sermonearlo y de encontrar fallas en él - y en vez, debemos de comprometernos a
ser su amigo. Estamos para ayudar a lavar sus pecados en compartir la
corrección, sanidad, lavamiento, de la Palabra consoladora de Dios.
Esto no es
pasar por alto o contemplar el pecado. Ni llamar lo malo bueno. Nosotros
estamos hablando de santos caídos quienes tienen corazones arrepentidos que aún
están sin esperanza. Ellos saben que han ofendido al Señor - y viven con temor,
culpabilidad, y rechazo.
4.
Es algo enteramente diferente con esos quienes han
sido advertidos dos o tres veces y que aún persisten en su pecado. La Biblia
dice que debemos severamente reprender a tales creyentes en público a modo de
que otros teman a Dios. Frecuentemente ellos deben de ponerse fuera de comunión
por una temporada, hasta que demuestren tristeza santa.
Pero esos
quienes reconocen su pecado - quienes lo confiesan y lo abandonan - están en
necesidad de alguien que les traiga la toalla de perdón, para traerles limpieza
y sanidad.
CONCLUSIONES
Cristo hizo varias cosas ahí:
en primer lugar, dice el texto
bíblico, en el versículo 4: "se levantó de la cena, se quitó su manto “,
el Señor se quitó el manto. No podemos acudir a restaurar a nuestro hermano
desde la grandeza de nuestra posición, sino desde la condición de un esclavo. Debemos
buscar, ayudar, alentar, restaurar a nuestros hermanos, amándolos y
sirviéndolos.
En segundo lugar el versículo 5
dice: "Luego puso agua en una vasija“
Cristo tomó la porción de agua necesaria para lavar los pies. El agua es
símbolo, figura de la Palabra. Cuando vayamos a restaurar a un hermano,
colguemos nuestros conceptos en la percha de nuestra casa, y llevemos al
hermano sólo y exclusivamente la Palabra de Dios, pero con amor. Llevémosle
sólo la Palabra para que ella realice el efecto de limpieza espiritual.
Después, Jesús se ciñó una toalla, dispuesto a servir. Y cuando aplicó el agua
los enjugó y con la toalla acarició aquellos pies. Cuando vamos a restaurar a
un hermano que ha cometido una falta debemos tener cuidado, porque si le
tiramos encima un balde de agua bíblico y lo dejamos así, ese hermano se va a
enfriar. Tal vez conocemos a algunos que no han vuelto más a la Iglesia, porque
han sido golpeados y no disciplinados por el pueblo de Dios. Jesús dice, ve y
acaricia esos pies.
Por último y en tercer lugar, Jesús
enseñó algo muy grande para poder restaurar a un hermano. Jesús lavó los pies
de los discípulos arrodillado. No se puede lavar los pies cuando uno está de
pie. Jesús se puso de rodillas. Cuando vayamos a hacer un ministerio de restauración,
tenemos que ponernos de rodillas. Y antes de hablar a ese hermano de Cristo,
hablemos mucho más tiempo a Cristo de ese hermano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario